
Aceptar que la drogadicción es una enfermedad crónica no es fácil para muchos. Nos han enseñado que el adicto “elige” su camino, que si quiere puede cambiar, y que todo depende de “fuerza de voluntad”. Pero la realidad, dolorosa y muchas veces ignorada, es que estamos ante una enfermedad real, como la diabetes o la hipertensión, que no se cura, solo se controla.
Comprender que la drogadicción es una enfermedad crónica nos ayuda a dejar de ver al adicto como un problema moral y empezar a verlo como lo que es: una persona que necesita tratamiento médico, psicológico, emocional y espiritual, de forma continua.
¿Qué significa que sea una enfermedad crónica?
Una enfermedad crónica es aquella que no desaparece con el tiempo, que necesita ser tratada de manera constante, y que puede empeorar si no se atiende. Al igual que el asma o el VIH, el trastorno por consumo de sustancias requiere monitoreo permanente.
En el caso de la adicción, hablamos de una condición donde el cerebro pierde su capacidad de autorregularse, especialmente en los sistemas de placer, motivación y toma de decisiones.
La drogadicción es incurable, pero tratable
Aquí es donde muchas familias se confunden. Escuchan que la adicción no tiene cura y se desesperan. Pero es importante entender que no tener cura no significa no tener solución.
Así como un diabético no se cura, pero puede tener una vida plena con disciplina y tratamiento, el adicto puede vivir en recuperación activa, con calidad de vida y plenitud, siempre y cuando mantenga el compromiso de cuidarse.
Luis Pérez suele decir:
“El adicto en recuperación no está sano, está en tratamiento. Pero eso lo hace libre.”
Progresiva: cada recaída es peor
Otra razón por la que la drogadicción es una enfermedad crónica es su carácter progresivo. El consumo avanza. Lo que antes era una cervecita al mes, termina siendo cocaína diaria. Y cuando hay una recaída, el cuerpo y la mente no regresan al punto inicial, sino que caen más profundo.
El adicto no puede volver a “empezar de cero”. Cada recaída suele ser más destructiva, más rápida, más peligrosa. Por eso, detener el avance es tan urgente.
Mortal: sí, mata
Tal vez lo más difícil de aceptar es que la drogadicción es una enfermedad mortal. Y no hablamos solo de sobredosis. La adicción mata relaciones, sueños, dignidad, oportunidades… hasta que, finalmente, también mata el cuerpo.
Muchos familiares piensan que están exagerando cuando escuchan esto. Pero la verdad es que la mayoría de adictos que no reciben tratamiento profesional mueren antes de los 50 años. Por sobredosis, enfermedades asociadas, violencia, suicidios o accidentes.
Testimonio: Jorge, 41 años, adicto en recuperación
“Yo estuve 15 años convencido de que podía parar solo. Y cada vez que lo intentaba, recaía peor. Perdí mi trabajo, mi familia, mis dientes, mi fe. Hasta que un día un médico me dijo: ‘Tú no estás mal de la cabeza, estás enfermo’. Ahí entendí que tenía que tratar mi adicción como una enfermedad crónica y no como un defecto de carácter. Hoy llevo 3 años limpio, pero sigo en tratamiento. Porque sé que esto no se cura.”
¿Por qué cuesta tanto aceptar esta verdad?
Porque duele. Duele aceptar que la adicción no se soluciona con amor, ni con amenazas, ni con oración sola. Requiere un proceso largo, doloroso, incómodo. Y eso asusta. Por eso es más fácil pensar que “ya pasó” cuando el adicto está bien un par de semanas. Pero esa ilusión es peligrosa.
La adicción no se va. Solo duerme. Y si no se trata, despierta más fuerte.
El tratamiento no es un evento, es un estilo de vida
No basta con una desintoxicación de 15 días. Ni con un par de charlas. Como toda enfermedad crónica, la drogadicción necesita un tratamiento integral y sostenido en el tiempo:
- Terapia individual y grupal
- Rutina diaria estructurada
- Cuidado físico y emocional
- Espiritualidad o conexión interna
- Apoyo familiar con límites sanos
- Acompañamiento profesional continuo
No hay “cura mágica”. Hay constancia, compromiso, y comunidad.
Frase clave en la recuperación: “Un día a la vez”
Los programas como Narcóticos Anónimos no prometen curar. Enseñan a vivir sin consumir, un día a la vez. Porque la drogadicción es una enfermedad crónica, sí, pero también es una oportunidad para construir una vida distinta… si se camina paso a paso.
Conclusión: cuando se acepta, se empieza a sanar
La adicción es una enfermedad crónica, incurable, progresiva y mortal. Pero también es una enfermedad tratada con éxito por millones de personas en el mundo. La diferencia entre recaer y recuperarse no está en la fuerza de voluntad, sino en el compromiso con un tratamiento constante.
Aceptar que la drogadicción es una enfermedad crónica es duro, pero es el primer paso para dejar de sobrevivir y empezar a vivir.