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La-busqueda-de-reconocimiento-e-identificacion-negativa-en-la-drogadiccion

Uno de los factores más invisibles pero poderosos en el origen del consumo de sustancias es La búsqueda de reconocimiento e identificación negativa en la drogadicción. Especialmente en adolescentes y jóvenes, esta necesidad de pertenecer, de ser aceptado, de “encajar” en un grupo, puede ser el inicio de una cadena peligrosa que termina en una adicción.

Porque muchas veces, el consumo no comienza por dolor… sino por presión. No por sufrimiento… sino por imagen. Y eso es lo más difícil de detectar a tiempo.


¿Qué significa buscar reconocimiento?

Es el deseo profundo de ser visto, valorado, aceptado. Todos lo sentimos en algún momento. Pero en quienes tienen baja autoestima, carencias afectivas o heridas emocionales, ese deseo se vuelve necesidad.

En ese contexto, las drogas se presentan como un “pasaporte social”:

  • “Si consumo, pertenezco.”
  • “Si me muestro relajado, soy cool.”
  • “Si lo hacen todos, ¿por qué yo no?”

Y ahí comienza la identificación con modas o grupos donde el consumo se ve como algo normal, divertido, incluso deseable.


Modas que normalizan la drogadicción

Las redes sociales, la música, el cine y hasta la moda callejera han romantizado el consumo. Frases como “la weed me relaja”, “yo funciono mejor con una línea”, “el trago me suelta” se repiten sin conciencia de lo que hay detrás.

El mensaje implícito es claro: “Consumir te hace interesante, parte del combo, parte del mundo”.
Y muchos jóvenes, sin referentes claros ni vínculos sanos, se agarran de eso como una forma de construir identidad.


Frase clave en prevención: “No se drogan por placer, se drogan por aceptación”

Esta frase, repetida por terapeutas como Luis Pérez o Javier Ortiz, resume una realidad: la mayoría de los primeros consumos ocurren por presión social, no por deseo real. Es un intento de pertenecer, de sentirse parte.


Testimonio: Laura, 19 años

“Yo empecé a fumar porque todas mis amigas lo hacían. Era la forma de sentirme dentro del grupo. Después vino el trago, la pastilla, las fiestas. Cuando me di cuenta, ya no podía parar. Nunca pensé que estaba empezando una adicción. Solo quería sentirme parte de algo.”


¿Por qué la búsqueda de reconocimiento es tan peligrosa?

Porque es insaciable. Una vez que alguien depende de la aprobación externa para sentirse válido, hará lo que sea por mantenerla. Y si el grupo cambia de sustancia, cambiará con él. Si el entorno celebra la autodestrucción, la imitará.

Además, el adicto que busca reconocimiento vive fuera de sí mismo, siempre buscando ser visto, aplaudido o aceptado. Esa desconexión con su identidad real lo vuelve vulnerable a todo tipo de modas, incluso las más destructivas.


¿Cómo prevenir esta causa de drogadicción?

1. Fortalecer la autoestima desde la infancia

Un niño que se siente valioso por lo que es, no por lo que aparenta, es menos vulnerable a la presión social.

2. Hablar abiertamente del consumo

La educación real previene más que el castigo. Mostrar las consecuencias reales, no solo las prohibiciones.

3. Ofrecer espacios de pertenencia sanos

Clubes, deportes, arte, espiritualidad. Los jóvenes necesitan comunidad… la pregunta es: ¿quién se la ofrece primero?

4. Modelar autenticidad en casa

Cuando los adultos también viven para aparentar, los jóvenes aprenden lo mismo. Ser auténtico contagia.


La familia frente a esta realidad

Muchos padres no entienden por qué su hijo “tan alegre, tan inteligente” cayó en drogas. Y es que no se trata solo de tristeza o rebeldía. A veces, se trata de un joven perdido en un mundo que le grita: “Sé como todos o no eres nadie.”

Los padres deben observar:

  • Cambios de estilo repentino.
  • Nuevos amigos con conductas extremas.
  • Necesidad constante de validación externa.
  • Alejamiento de actividades familiares.

Estos pueden ser signos de que la búsqueda de reconocimiento ya está superando el límite sano.


Conclusión: la verdadera pertenencia no necesita drogas

La búsqueda de reconocimiento y la identificación con modas como causal de la drogadicción es real, frecuente y muchas veces silenciada. Pero hablar de esto, visibilizarlo, y construir alternativas sanas de pertenencia, puede marcar la diferencia.

Porque todos necesitamos sentirnos parte de algo. El reto es enseñarles a los jóvenes que no hay que destruirse para pertenecer. Que no hay que fingir para ser amado. Y que la libertad empieza cuando dejas de seguir modas y empiezas a escucharte a ti mismo.

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