
Uno de los pasos más difíciles y decisivos en el proceso de sanación es aceptar que el adicto debe pasar de víctima a protagonista. Mientras se mantenga en el papel del que sufre, del que culpa a los demás, del que “no puede porque no lo ayudan”, la recuperación no será más que un espejismo. Porque no se trata solo de dejar de consumir, sino de tomar las riendas de la vida con compromiso, responsabilidad y acción.
Este artículo es una invitación directa, sin rodeos: si estás en proceso de recuperación o acompañando a alguien que lo está, es fundamental entender por qué el adicto debe pasar de víctima a protagonista para realmente comenzar a vivir una transformación.
El rol de la víctima: cómodo pero destructivo
Cuando alguien se identifica como víctima, siente que todo le pasa desde afuera. Frases típicas de este patrón son:
- “Mis padres no me entendieron.”
- “La sociedad me empujó a esto.”
- “Yo no pedí nacer así.”
- “Siempre me abandonan.”
¿Son válidas estas heridas? Por supuesto. Muchos adictos tienen historias de vida muy duras. Pero cuando esas heridas se convierten en excusas para no cambiar, ahí el rol de víctima se vuelve un enemigo interno.
Luis Pérez, terapeuta español, lo dice claro:
“El adicto se enamora de su miseria, porque así no tiene que hacerse cargo.”
Protagonizar la recuperación: ¿qué significa realmente?
Cuando decimos que el adicto debe pasar de víctima a protagonista, no estamos diciendo que olvide lo que ha vivido, ni que minimice su dolor. Significa que reconoce su pasado, pero decide tomar el timón de su presente y su futuro.
Ser protagonista es:
- Decir “sí, tengo esta enfermedad, pero elijo tratarla.”
- Ir a terapia aunque no tenga ganas.
- Pedir ayuda sin esperar que lo rescaten.
- Aceptar las consecuencias de sus actos.
- Reconstruirse desde adentro hacia afuera.
Testimonio: Daniela, 32 años
“Yo pasé años culpando a todos: a mis papás, a mi ex, a la vida. Entraba a rehabilitación solo para que me perdonaran, no porque quisiera cambiar. Hasta que un terapeuta me dijo: ‘¿Y si lo haces por ti, no por ellos?’ Ahí entendí que yo tenía que ser la protagonista de mi recuperación, no el personaje secundario de un drama familiar.”
Los peligros de quedarse como víctima
Si el adicto no asume un rol activo en su tratamiento, estos son algunos de los riesgos más comunes:
- Recaídas constantes: porque no hay compromiso real.
- Manipulación emocional: usar el dolor como chantaje.
- Autoengaño crónico: creer que ya está “mejor” con pequeños cambios.
- Dependencia de otros: esperar que lo salven siempre.
El rol de víctima es cómodo, pero muy peligroso. Porque da la falsa ilusión de que “no depende de mí”. Y mientras el adicto no sienta que depende de él, no cambiará nada.
Claves para convertirse en protagonista
1. Asumir la enfermedad sin vergüenza
Aceptar que se tiene un trastorno adictivo no es resignarse, es empoderarse para tratarlo con seriedad.
2. Tomar decisiones incómodas
Desde cambiar amistades hasta dejar relaciones tóxicas o renunciar a espacios de riesgo.
3. Construir rutina, estructura y propósito
El protagonista se levanta aunque no tenga ganas, cumple aunque no tenga fuerzas. Sabe que eso es parte del proceso.
4. Aceptar que no será perfecto
Protagonizar la recuperación no significa no equivocarse, sino aprender a levantarse con humildad y seguir caminando.
Frase clave en terapia: “Ya no soy víctima, soy responsable de mi vida”
Este mantra se escucha en muchos espacios terapéuticos porque marca un antes y un después. El cambio empieza cuando el adicto deja de buscar culpables y empieza a hacerse preguntas incómodas, pero necesarias.
¿Y la familia, qué rol cumple aquí?
La familia debe acompañar, pero no protagonizar. Muchas veces, el entorno mantiene al adicto como víctima, dándole excusas, dinero, justificaciones.
Si realmente quieres ayudar, debes soltar el control y permitir que la persona se enfrente a su proceso. Solo así podrá asumirlo como suyo.
Conclusión: el protagonista también sufre, pero actúa
No hay recuperación verdadera sin protagonismo. Porque el adicto debe pasar de víctima a protagonista si quiere recuperar su dignidad, su libertad y su vida. No será fácil. Pero será real.
Y eso es lo único que puede transformar una historia de dolor en una historia de esperanza.