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Hay una frase que suena fuerte, pero es completamente cierta: drogadicto mal curado, alcohólico asegurado. ¿Qué significa? Que cuando una persona deja las drogas pero no hace un proceso de recuperación completo y profundo, lo más probable es que termine refugiándose en otra sustancia… y esa, casi siempre, es el alcohol.

Este fenómeno no es raro. De hecho, es uno de los errores más frecuentes en los procesos mal acompañados. Porque quitar la sustancia no significa sanar, y cuando no se tratan las verdaderas raíces de la adicción, el cerebro sigue buscando alivio donde pueda. Y el alcohol, por ser legal y socialmente aceptado, se vuelve el siguiente refugio… y la siguiente trampa.


¿Por qué el alcohol es el “plan B” del adicto mal curado?

Cuando alguien atraviesa una desintoxicación o deja de consumir drogas fuertes (cocaína, bazuco, metanfetaminas, etc.), cree que ya está “fuera de peligro”. Pero el vacío interior, la ansiedad, la impulsividad, y la necesidad de escape siguen allí si no se trabaja en terapia, grupo, y estructura personal.

El alcohol se presenta entonces como una alternativa “menos grave”. Frases como:

  • “Una cerveza no es droga.”
  • “Ya no consumo, solo bebo socialmente.”
  • “Es solo para relajarme.”

Empiezan a sonar. Pero ese consumo “moderado” se convierte rápidamente en una nueva adicción. Porque el problema no era solo la droga, era la manera de lidiar con la vida.


Testimonio: Jhonatan, 29 años

Jhonatan dejó de consumir marihuana y éxtasis tras un susto médico. Estuvo internado dos meses y salió limpio.

“Me sentía bien, pero sin emociones. Vacío. Empecé a tomarme unas cervezas los fines de semana. En seis meses, estaba borracho todos los días.”

Fue ahí cuando escuchó por primera vez la frase: drogadicto mal curado, alcohólico asegurado. Hoy entiende que su problema no era la droga, era el dolor sin resolver.


La sustitución de adicciones: un patrón silencioso

El cerebro del adicto está programado para buscar estímulo, alivio o evasión. Cuando no encuentra su sustancia original, busca otras formas:

  • Alcohol
  • Sexo compulsivo
  • Juego (apuestas)
  • Comida
  • Ejercicio extremo
  • Adicción al trabajo

El alcohol es el más común, por disponibilidad y aceptación social. Pero el mecanismo de fondo sigue siendo adictivo.


¿Cómo evitar caer en esta trampa?

1. Comprender que la recuperación no es solo abstinencia

Dejar la droga es solo el inicio. La recuperación verdadera implica transformar hábitos, pensamientos, relaciones y emociones.

2. Cuidar el lenguaje interno y externo

“No pasa nada por un traguito” es una mentira peligrosa. El autoengaño es una puerta directa a una nueva adicción.

3. Mantener una rutina de recuperación

Grupos de apoyo, terapia, actividades sanas. El vacío que deja la sustancia debe ser llenado con sentido, no con sustitutos.

4. Rodearse de un entorno consciente

Familia, amigos y pareja deben estar informados de este riesgo. No se trata de controlar, sino de comprender.


Frase clave en centros de recuperación: “Cambio de droga, misma enfermedad”

Este recordatorio ayuda a entender que el problema no es solo lo que se consume, sino por qué se consume. El adicto que no trabaja su fondo emocional sigue siendo adicto, aunque cambie de sustancia.


La recaída disfrazada de “vida social”

Muchos adictos recaen sin saberlo. Creen que dejaron las drogas, pero empiezan a consumir alcohol en reuniones, a usarlo para dormir, para calmar la ansiedad… hasta que se dan cuenta que la nueva sustancia los controla igual que la anterior.

Por eso se repite una y otra vez: drogadicto mal curado, alcohólico asegurado.


¿Y si ya estoy en esa situación?

No es tarde. La recuperación es posible, incluso si cambiaste de droga. Lo importante es:

  • Reconocer con honestidad la situación.
  • Pedir ayuda profesional.
  • Retomar o iniciar un plan integral de recuperación.
  • Aceptar que necesitas sanar desde adentro, no solo dejar de consumir.

Conclusión: solo el tratamiento profundo trae libertad real

Cuando escuches la frase drogadicto mal curado, alcohólico asegurado, no la tomes como amenaza, sino como advertencia amorosa. No basta con alejarse de una sustancia. Hay que curar el fondo, el alma, el vacío que originó la adicción.

Porque de nada sirve dejar una cárcel si entras en otra. Y solo el tratamiento bien hecho, continuo y honesto, te libera de verdad.

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