
Cuando escuchamos a alguien decir “yo consumo porque me gusta”, es fácil pensar que está en control. Pero en la mayoría de los casos, eso cambia con el tiempo. Porque sí, es cierto que al principio consumimos para sentirnos bien, por placer, por euforia, por experimentar. Sin embargo, con el tiempo, ese consumo se transforma en una necesidad desesperada por no sentirnos mal.
En este artículo vamos a hablar de esa transición. De cómo el consumo que comienza por elección termina siendo esclavitud. Y cómo entender este ciclo es clave para romperlo, sanar y comenzar una vida libre de adicciones.
La trampa del bienestar inmediato
En las primeras veces, la droga (sea cual sea) parece mágica. Nos desconecta del dolor, de los problemas, del vacío interior. Nos hace sentir “mejor” de forma rápida. Pero eso tiene trampa: lo que sube, tiene que bajar. Y cuando baja… el golpe duele más.
Muchos adictos coinciden en lo mismo:
“Yo empecé por curiosidad, por fiesta, por encajar. Pero seguí porque no podía estar sin eso.”
Y ahí está el punto clave: ya no consumían por placer, sino por necesidad. Una necesidad emocional, química, psicológica.
Del alivio al castigo: el cambio silencioso
Al principio, el consumo es opcional. Lo haces cuando quieres. Pero después se convierte en algo que haces porque no puedes evitarlo.
Piénsalo:
- ¿Te ha pasado que te sentías mal y lo único que querías era consumir?
- ¿Has consumido sin ganas, solo para calmar la ansiedad o el bajón?
- ¿Te has dicho “solo para estabilizarme”?
Ese es el cambio del que hablamos. Consumimos para no sentirnos mal, no para sentirnos bien. Es como tomar un analgésico sin tener fiebre, solo por miedo a que vuelva el dolor.
El síndrome de abstinencia emocional
Uno de los conceptos más difíciles de explicar es el síndrome de abstinencia emocional. No se trata solo de sudores o temblores físicos. Es esa sensación de vacío, ansiedad, tristeza, insatisfacción constante… que aparece cuando ya no consumes.
Y entonces, la mente te grita:
“¡Necesitas eso para estar bien!”
Pero es mentira. Lo que necesitas no es la droga. Lo que necesitas es sanar lo que la droga estaba tapando.
Lo que realmente estamos evitando
Detrás del consumo no hay solo búsqueda de placer. Hay una evasión emocional profunda. Muchas veces, consumimos para evitar:
- El dolor de una infancia rota
- La ansiedad de sentirnos solos
- La presión de cumplir con expectativas ajenas
- La culpa por errores del pasado
- La vergüenza de quienes somos
En palabras de Javier Ortiz, “la adicción es una solución desesperada a un problema no resuelto”.
Testimonio: María, 35 años
María empezó a consumir pastillas a los 21. Al principio lo hacía para relajarse en la universidad. “Me ayudaban a estudiar, a no sentirme tan ansiosa”, decía. Con el tiempo, ya no las tomaba por rendimiento, sino porque sin ellas se sentía vacía, inestable, rota.
“Me daba cuenta de que ya no me hacían feliz. Solo evitaban que me derrumbara. Hasta que un día, ni eso lograban.”
¿Dónde está el punto de quiebre?
El momento decisivo suele llegar cuando el adicto reconoce que ya no hay placer. Que consume porque siente que no tiene otra opción. Ese es el primer paso hacia la recuperación.
Aceptar que consumes para no sentirte mal es doloroso… pero es liberador.
Romper el ciclo: del consumo a la sanación
Salir de esta trampa no es fácil, pero es posible. Aquí algunas claves para empezar:
1. Reconocer el patrón
Si consumes sin ganas, solo por evitar el bajón, estás en un ciclo de dependencia emocional y química.
2. Buscar ayuda profesional
No puedes salir solo. La ayuda terapéutica, grupos de apoyo y centros especializados son fundamentales.
3. Identificar el dolor real
¿Qué estás tapando con la sustancia? ¿Qué parte de tu historia necesita ser escuchada, atendida y sanada?
4. Sustituir, no solo quitar
No basta con dejar de consumir. Hay que llenar ese vacío con hábitos sanos, vínculos reales, rutinas estables, propósito.
La trampa del “yo controlo”
Muchos creen que pueden dejar de consumir cuando quieran. Pero si consumes para no sentirte mal… ya perdiste el control. Porque no estás eligiendo, estás reaccionando.
Recuerda: el control no es poder consumir sin pasarte, es poder vivir sin depender.
Frase clave en la recuperación: “No lo necesito”
Uno de los mantras más repetidos en terapia es:
“No consumo porque no lo necesito. Mi dolor se puede mirar, no esconder.”
Al repetirlo, al escribirlo, al integrarlo… tu cerebro comienza a asociar bienestar con autenticidad, no con evasión.
Conclusión: el consumo no es placer, es anestesia
Es momento de romper con la mentira. La droga ya no te da placer. Solo te impide sentir el malestar. Pero ese malestar sigue ahí, esperando ser sanado.
Consumimos para no sentirnos mal, pero terminamos sintiéndonos peor. La verdadera solución no está en seguir consumiendo, sino en mirarte con honestidad, buscar ayuda y reconstruir tu vida desde el amor propio.